¿Qué aprenderás en este artículo?
Un granjero pasaba por delante de la casa de su vecino. En el porche, su vecino se mecía relajadamente sobre una mecedora. A su lado, su perro tumbado sobre las tablas gemía aullidos de dolor: au, au, auuuuu…
– ¿Vecino, qué le pasa a su perro? ¿Por qué aúlla de dolor?
– Porque se tumbó sobre un clavo
– ¿Y por qué no se mueve y se tumba en otro sitio sin clavo?
– Porque le duele lo suficiente como para quejarse, pero no lo suficiente como para levantarse.
Umbral y Tolerancia al Dolor
Los conceptos de Umbral del Dolor y Tolerancia al Dolor vienen de la biología. Se refieren a la capacidad de sentir, y de soportar, el dolor físico, pero yo los considero increíblemente útiles para estudiar cómo gestionamos nuestro dolor psicológico, mental y emocional.
Tu Umbral del Dolor es el mínimo dolor que eres capaz de sentir. Es decir, menos que eso, simplemente no lo sientes.
Tu Tolerancia al Dolor es el máximo dolor que eres capaz de aguantar. Superado tu nivel de tolerancia harás cualquier cosa por evitar ese dolor.
Esto sucede porque nuestros cuerpos físicos tienen unos receptores que informan al cerebro de las sensaciones recibidas. Necesitan un mínimo de estimulación (umbral) para activarse, si no, ni nos enteraremos. Y a partir de un cierto nivel (tolerancia) nuestro cerebro considera que es demasiado, y actúa de forma automática para protegerte, tanto si quieres como si no.
Por ejemplo, imaginemos meter la mano en un cubo de agua fría. Si el agua esta sólo ligeramente fría, seguramente ni siquiera sentiremos dolor, simplemente notaremos que el agua está fría. Si el agua se va enfriando poco a poco, llegará un momento en el que nos molestará, ¡el agua está muy fría! Ahí hemos superado nuestro Umbral de Dolor. Y si la seguimos enfriando, llegará un momento en el que nuestro cerebro nos llevará a sacar la mano, aunque nosotros no queramos, simplemente, ¡esta demasiado fría! Aquí hemos sobrepasado nuestra Tolerancia.
Psicológicamente funcionamos de forma muy parecida. Tenemos un umbral del dolor psicológico, que es el punto a partir del cual algo nos molesta, y una tolerancia al dolor psicológico, que es el punto a partir del cual no aguantamos más e inmediatamente actuamos para detener y evitar ese dolor.
Todo lo que está por debajo de nuestro umbral de dolor psicológico no lo percibimos como una molestia. Si se estropea una bombilla, normalmente no es el fin del mundo: la cambiamos y ya está.
Todo lo que está por encima de nuestro nivel de tolerancia psicológica lo percibimos como un problema importante. Normalmente actuamos sobre este problema e intentamos hacer algo para que nos deje de molestar.
(Existen casos en los que no, por ejemplo si vemos que no somos capaces de enfrentarnos al problema, momento en el que entraríamos en un estado de indefensión. Pasar de la indefensión a la acción es una cuestión de Resiliencia, que no vamos a tratar en este artículo, lo importante es que hacemos algo al respecto o, si no podemos o no nos vemos capaces, al menos sentimos que deberíamos hacerlo.)
¿Y qué nos sucede en la zona entre los dos niveles? Nos pasa lo mismo que al perro del granjero: nos duele lo suficiente como para quejarnos, pero no lo suficiente para hacer algo al respecto. Es la zona donde nos quejamos porque lo que hay no nos gusta, pero no nos ponemos en marcha para cambiarlo.
Como podréis imaginar, a poco que estéis acostumbrados al desarrollo personal, es que en la Zona de Queja no conseguiremos grandes resultados. Si nos quejamos de algo pero no hacemos nada al respecto, simplemente estaremos protestando y no conseguiremos absolutamente nada.
Intenta salir de esta Zona de Queja: No te Quejes, no Pongas Excusas.
El problema es que no es fácil. Porque vivimos en una sociedad que nos condiciona a vivir permanentemente en esta Zona de Queja. ¿Y cómo nos influye la sociedad? Reduciendo nuestro Umbral y aumentando nuestra Tolerancia.
Vivimos condicionados en la Zona de Queja
Vivimos en una sociedad en la que se huye de la Responsabilidad Personal. Todo es culpa de otro. Lo mío tiene que ser como yo quiero. Pero al final hay que conformarse porque podría ser peor.
Y con este tipo de creencias limitantes, poco a poco vamos tendiendo a separar estos dos niveles.
Vamos reduciendo el Umbral. Y aumentando la Tolerancia.
El Umbral de Dolor cada vez lo tenemos más y más bajo. Cada vez nos molesta más todo.
Mientras que la Tolerancia sube y sube. Cada vez aguantamos más.
Y por tanto la Zona de Queja se ensancha cada vez más y más y más.
Como todo lo que no sea de nuestro perfecto agrado nos molesta, pero hasta que no estamos totalmente saturados no nos ponemos en marcha para cambiarlo, la mayoría de las personas vivimos en un estado de queja constante, ¡todo es una molestia!
- Me molesta no tener un cuerpo atractivo, pero no hago nada para cambiarlo: ¡mejor quejarme de que engordo fácilmente, o de que la sociedad nos impone estándares de belleza!
- Me molesta mi trabajo, o mis jefes, estoy todo el día quejándome de la situación, de los mandos de la empresa, de mis compañeros… “¡es que no hay quien los aguante!” pero no me planteo buscar otro trabajo porque “está la cosa muy mal ahí fuera”.
- Me molesta cómo está el país, me quejo constantemente de todos los políticos, porque “al final todos son unos ladrones y unos sinvergüenzas”, pero luego no voto, o voto a los mismos de siempre porque “más vale malo conocido que bueno por conocer”.
Vivimos en una queja permanente sin movernos para cambiar las cosas.
Y quizás sea hora de aceptar tu propia Responsabilidad Personal para cambiar esto.
Cómo Salir de la Zona de Queja
La alternativa al condicionamiento anterior es acercar los niveles, para que nuestra zona de queja sea lo más pequeña posible.
Querremos que los problemas insignificantes no nos afecten en absoluto (aumentar nuestro umbral). En cambio, cuando se dé una situación que realmente no nos gusta, querremos ponernos en marcha lo antes posible para cambiarla (reducir nuestra tolerancia).
Aumenta tu Umbral de Dolor
Busca que las cosas cotidianas, del día a día, te irriten cada vez menos. Si no merece la pena ponerte en acción para cambiarlo, ¡no te quejes por ello! Acéptalo tal y como es, y sigue adelante.
Una forma de aumentar tu umbral de dolor es mediante el estoicismo, entendido más como el significado popular de tolerar con buen ánimo las incomodidades y los problemas, que como disciplina filosófica – lo segundo es un mundo mucho más amplio, aunque no lo vamos a tratar en este artículo.
Por ejemplo hay varios ejercicios con los que puedes desarrollar tu capacidad de soportar las pequeñas incomodidades cotidianas:
- Madrugar: levantarte temprano, antes de lo estrictamente necesario (es decir, no con el tiempo justo de tomarte un café y salir corriendo al trabajo). También madrugar cuando no tendrías por qué hacerlo, en fines de semana o en vacaciones. Que te dé tiempo a hacer algo práctico cuando te levantes: meditación mindfulness o algo de ejercicio en casa. Además de desarrollar el estoicismo es una magnífica práctica de disciplina personal.
- Ducha fría: consiste en terminar tu ducha con el agua completamente fría. Tu cuerpo primero reacciona como si fuera un ataque, te pones en tensión y te encoges, se te acelera el pulso y la respiración, te entran ganas de saltar fuera para evitar el agua fría… y cuando llevas un tiempo bajo el agua fría tu cuerpo se acostumbra y tu mente entiende que … sólo es agua fría. No te hace daño realmente. Sólo es incómodo.
Puedes probar a terminar tus duchas con agua fría en verano, es más fácil acostumbrate a ellas que si empiezas en invierno.
(Disclaimer: si tienes algún tipo de afección médica, consulta con tu médico antes de realizar esta o cualquier otra práctica, quizás no sea para ti).
- Ayuno Intermitente: es una modalidad de alimentación en la que sólo comes en una ventana de tiempo. Por ejemplo, comes sólo durante 8 horas del día y las otras 16 ayunas. En la práctica consiste en comer sólo durante la primera mitad de tu día, o bien sólo durante la segunda mitad.
Cuando empecé a hacer ayuno intermitente, con el objetivo principal de bajar de peso, pensé, ¡el hambre que voy a pasar! y efectivamente los primeros días estaba incómodo por tener el estómago vacío.
Hasta que le dije a mi cerebro: “sólo es un poco de hambre”. Ayunar durante 16 horas no te va a hacer daño real (de hecho, hay múltiples estudios demostrando los grandes beneficios del ayuno intermitente).
En general, cualquier actividad que te suponga una pequeña incomodidad pasajera, a cambio de un beneficio tangible a medio/largo plazo, es un entrenamiento útil para aumentar tu umbral de dolor.
Si vas al gimnasio todos los días no te quejarás por tener que pegar un carrerón porque se te escapa el autobús. Si has estudiado algo realmente denso, como una carrera universitaria compleja o unas oposiciones, cuando en la oficina te suelten un manual tocho para aprender un nuevo proceso o un programa informático… te lo aprendes fácilmente y en lugar de quejarte te sale un “esto no es nada comparado con lo que me he tenido que estudiar”.
Reduce tu Tolerancia al Dolor
Y si algo es realmente lo suficientemente importante como para molestarte, no te quejes: ¡cámbialo YA!
- ¿Tu físico no es el que te gustaría? No esperes a que te de grima la imagen que ves en el espejo, o ¡aún peor! a que te afecte a la salud. No esperes a que te dé un infarto o una arteriosclerosis para empezar a alimentarte bien. No esperes a que el médico te diga que vas por muy mal camino para dejar de fumar y de beber en exceso.
- ¿Tu economía no está como a ti te gustaría? No esperes a llegar a los números rojos, ¡ponte ya en marcha para mejorarla! Mira qué fuentes de ingresos puedes desarrollar o ampliar, y analiza tus gastos para encontrar de dónde puedes ahorrar. Aprende finanzas personales, ponte en marcha y empieza desde hoy a hacerte el mejor gestor de tu propio dinero.
- ¿Tu relación de pareja va cuesta abajo? ¡No esperes a que os estéis todo el día gritando y lanzando la vajilla contra las paredes! Soportar una relación de pareja que no te aporta o que directamente te perjudica sólo consigue prolongar la agonía. Enfócate en la relación antes de que llegue a un nivel crítico en el que no se pueda salvar, y si ves que no se puede salvar, ¡corta con tu pareja antes de seguir haciéndoos más daño!
- Si de verdad, de verdad, no soportas tu trabajo, ni a tus jefes, quizás no sea una buena idea quitarte del trabajo ahora mismo (la solución radical: mandarlo todo a la mierda) porque hay que seguir pagando las facturas.
Pero lo que sí puedes hacer YA es empezar a buscar otro trabajo, o a formarte para que sea más fácil que te contraten en otro sitio, o a montar un proyecto en tu tiempo libre que te pueda ayudar en un futuro a salir del trabajo que no deseas.
El tiempo que pasas buscando otro trabajo, o formándote, o montando un proyecto paralelo es tiempo que no pasas quejándote de cuánto sufres en tu situación actual.
Y así poco a poco vas acercando los niveles: cada vez lo cotidiano te molesta menos, mientras que cuando algo importante no va como a ti te gustaría, te pones en marcha para cambiarlo.
Unificando los niveles: ¡elimina la Zona de Queja!
Idealmente los niveles llegarían a juntarse, por lo que directamente no tendríamos Zona de Queja: si algo no nos molesta, lo aceptamos. Si no es aceptable, lo cambiamos.
En muchas ocasiones será difícil lograr esto, especialmente en áreas que sean más subjetivas o ambiguas.
¿Y cuándo sí que lo podremos hacer? Cuando puedas determinar, de forma medible, en qué momento deja de ser aceptable para ti una situación. Pon una regla: un número, una fecha, un número de veces… hasta que no se llegue a ese límite no te quejes, y si se llega a ese límite, ¡es el momento de actuar!
- Estado Físico (Peso): yo me manejo en un peso entre 75 y 80 kilos (mido 1,77). Mientras la báscula marque entre 75 y 79,9, no le doy mayor importancia – son fluctuaciones cotidianas dependiendo de lo que haya comido o el ejercicio que haya hecho).
Eso sí, en cuanto la báscula marca el 80,0 (o más), inmediatamente me pongo las pilas para bajar de peso. Pongo más atención en mi dieta y aumento el ejercicio aeróbico que hago para activar más el metabolismo. No quiero volver a pesar noventaitantos kilos como en el pasado, así que he establecido mi tolerancia en un nivel que me permite poner foco en ello antes de volver a llegar a un peso que no me gusta.
Esta regla puedes hacerla con el peso, la medida de tu cintura o tu porcentaje de grasa corporal, según cuánto te apetezca afinar. - Trabajo: David D’Alessandro, en su libro Career Warfare (en inglés), menciona esta regla: si quieres escalar la carrera corporativa, y estás en una empresa, y te saltan 2 veces para una promoción (es decir, hay 2 rondas de promociones en la empresa y no te escogen a ti), cámbiate de empresa.
Durante el tiempo que estás en la empresa, trabaja de forma excelente y no te quejes ni disminuyas tu desempeño. Si la empresa no te da lo que tú demandas según tus objetivos, de forma cortés y educada, te cambias. - Dinero (Inversiones): si inviertes dinero, fíjate que un stop loss es una regla de este estilo. Mientras tu inversión no llegue al nivel del stop loss, ni te preocupas. En el momento en que llega al nivel del stop loss, deshaces (vendes) esa inversión.
- Habilidades Sociales (Seducción): Cuando estás conociendo gente para salir, tener citas, etc. no es útil perseguir a la otra persona. Si te pones muy pesado la otra persona se puede agobiar y entonces no querrá quedar contigo. Pero a veces es útil persistir, puede que al principio la otra persona estuviese ocupada y no tuviera el hueco para quedar contigo, puede que quisiera conectar más contigo antes de tener una cita, o simplemente está jugando al juego de la seducción.
¿Dónde está el límite entre el ligoteo divertido y agobiar a la otra persona? ¿Cómo ser persistente sin ser pesado?
Pues por ejemplo utilizando una de estas dos condiciones:
- La 3 oportunidades: intenta quedar 3 veces en 3 momentos distintos. Si a la tercera tampoco es posible, pasas página.
- La regla de la alternativa: si intentas quedar con una persona y no puede, considera si te está ofreciendo una alternativa. No es lo mismo “no puedo, estoy ocupada”, que “el martes no puedo, ¿qué tal el jueves?”.
Si la persona que te gusta no busca la ocasión de quedar contigo en tres intentos, o no te ofrece una alternativa, seguramente no tiene mucho interés. De esta forma si alguien no quiere quedar contigo, no entras en el bucle de menospreciar su comportamiento, o de insistir hasta el punto en que sale corriendo.
Simplemente en ese momento decides que no te muestra el suficiente interés y no tiene sentido continuar.
Esto te aporta mucho más bienestar mental que las dudas, incertidumbre y especulaciones sobre el comportamiento de los demás. Sin rencores, sin malos rollos, pasas página. - La 3 oportunidades: intenta quedar 3 veces en 3 momentos distintos. Si a la tercera tampoco es posible, pasas página.
A veces no es fácil pasar página, porque nuestras creencias, emociones e impulsos nos limitan. Si te cuesta ponerte en acción para realizar un cambio de este tipo, te puede interesar utilizar la estrategia de Fuerza Arrolladora.
Lo más importante a la hora de establecer una regla para tu umbral y tolerancia es hacerlo previamente, cuando estés emocionalmente sereno y puedas decidir de forma objetiva. Una vez establecida la regla, ¡cúmplela a rajatabla!
De lo contrario, puede que cuando te veas en la situación tus emociones tomen el control, y empieces a pensar razones por las que “esta vez no aplica la regla, porque esta situación es diferente”. En ese momento estás racionalizando (tu cerebro se está inventando excusas), de ahí la necesidad de establecer la regla antes. Puedes leer más sobre ello en nuestro artículo sobre la Racionalización.
¿Dónde están tus umbrales?
¿Te ha sido de utilidad este artículo? ¿Te planteas comenzar a aceptar algo en tu vida por lo que no merece la pena quejarse tanto, o a dejar de tolerar algo que tendrías que haber cambiado hace tiempo?
¡Cuéntanoslo en los comentarios!
Imagen: Pain por LL Twistiti
Excelente el tema se adapta a la realidad cotidiana que vivimos en el entorno.
Efectivamente Luis, mi objetivo con este artículo era hacerlo esencialmente práctico, de ahí tantos ejemplos, para que cada uno pueda adaptarlo y utilizarlo en su vida cotidiana.
¡Me alegra que te resulte útil!
Muchas gracias por tus palabras, un saludo!
Excelente artículo Miguel; sueles escribir contenido de mucha utilidad, pero éste en concreto me ha parecido realmente muy práctico para la vida cotidiana, con muchos ejemplos que se pueden implementar en el día a día.
Me ha resultado curioso que hablas de cambiar y pasar página como si fuera lo más sencillo del mundo y para la mayor parte de las personas no es así, puesto que hay una parte emocional, mental y de hábitos que nos limitan, pero el artículo de fuerza arrolladora me parece un buen punto para algunos cambios que puedas plantearte en la vida.
Muchas gracias por todo el trabajo que haces y lo que aportas.
Muchas gracias Vanessa,
La limitación del formato blog nos lleva a que en un artículo de 1.000-2.000 palabras no puedes aportar todas las herramientas para un cambio de creencias congruente (la alineación de los diferentes niveles de pensamientos, emociones, comportamiento… es lo que llamamos en PNL Congruencia).
Afortunadamente lo que sí podemos hacer es dar enlaces a otros artículos y material adicional para que cada uno amplíe información en el área que más le interese desarrollar.
Por supuesto, soy todo oidos para sugerencias de temas que queráis que trate más en detalle, de hecho que me indiquéis aquellas áreas en las que hay problemas o resistencias me viene genial para tener ideas de nuevos artículos que preparar.
Un abrazo!
Me ha encantado el artículo Miguel!!!
Describes a la perfección algo que veo a diario: la queja.
Muchísima gente se queja de todo. Que si no tienen tiempo, que si están gordos, que si no tienen dinero, que si el trabajo es una mierda, que si esto que si lo otro.
Y luego viene la segunda parte de la ecuación: el voy a hacer XXX
Voy a ir al gimnasio, voy a hacer dieta, voy a ahorrar, voy a cambiar de trabajo, etc.
Y luego no hacen nada, evidentemente, porque no tienen tiempo, porque están gordos, porque no tienen dinero, etc. Es la pescadilla que se muerde la cola.
Creo que la clave está en lo que dices de tener una autodisciplina, aunque no haga falta. Ya sea madrugar, hacer deporte o lo que sea, son pequeñas cosas que van afianzandose y sin duda redundan en el desarrollo personal de cada uno.
Yo sin ir más lejos, aunque hago deporte 3 o 4 veces a la semana, siempre quería ir a correr y nunca tenía tiempo. Entre trabajo, obligaciones, pitos y flautas ya me cuesta sacar tiempo para el deporte, como para sacar más tiempo para ir a correr. Pues al final me voy a correr a las 6:30 de la mañana y a tomar por saco. Da pereza, sí. Pero una vez que estoy en marcha me apunto un minipunto a mi cuenta personal.
Muchas gracias por tu comentario Jose, está genial !
La disciplina personal es el puente entre los deseos y los resultados. La capacidad de levantarte temprano para ir a hacer deporte, o de trabajar en un proyecto con energía y decisión hasta que termines todo lo que habrías propuesto, o la capacidad de un inversor de seguir su sistema de trading a rajatabla sin dejarse llevar por los impulsos del miedo y la avaricia…
Muchas veces no seguimos nuestra disciplina porque tenemos reactividades e impulsos internos que nos llevan a hacer actividades que no nos acercan a nuestro objetivo, ¡o aún peor, nos alejan! (la antiestrategia). Pero si consigues sanar tus reactividades internas y desarollar la disciplina personal (es como un músculo, se entrena con la práctica deliberada) al final conviertes la disciplina en un recurso increíblemente útil para tu vida, siempre a tu disposición.
Enhorabuena por arrancar con la práctica de salir a correr por las mañanas, ¡en cuanto le cojas el hábito ya no podrás dejarlo! 😀
Un abrazote !
Recupero de fb mi comentario, aquí seguramente sea más útil :).
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He tardado en leerlo pero pocket no falla y me ha salido en la lista de pendientes. Me ha gustado mucho, conciso y con más razón que un santo.
Además de estar mucho mejor contigo mismo, ¡los demás estarán mucho mejor contigo! Pocas cosas hay más cansadas que escuchar a alguien quejarse de todo. Son personas agotadoras.
Otro muro alto de saltar es evitar sentirse contagiado. En el trabajo, en el gimnasio, en mil sitios la gente de queja y hablan los unos con los otros poniéndole pegas a todos y al final es una bola de nieve en la que solo sale mierda por todos lados y cuesta horrores pararlo. Una pregunta, ¿Cómo haces para pararlo? Cuando todo el mundo empieza a discutir quejándose del mundo y de sus problemas ya casi consigo ignorarlos ese rato y no contagiarme, pero no consigo que ellos cambien el chip y salten a cambiar lo que no les mola. ¿Alguna sugerencia?
Samuel, la estrategia idónea será una u otra dependiendo del resultado que quieras tener de la conversación (animarlos, que no te amarguen el día a ti, simplemente pasar de ellos, o incluso intentar hacerles ver que pueden ser felices igual que tú).
Si quieres irte al lado de la empatía crea Sintonía (rapport). Puedes utilizar el Modelo Milton, que es el inverso del Metamodelo de la PNL, para generalizar en lugar de especificar (el metamodelo rompe rapport, el modelo milton crea rapport).
Ejemplo de metamodelo:
– “Este trabajo es una mierda”
– “¿Qué, específicamente, de este trabajo, te parece una mierda?”
Ejemplo de modelo milton:
– “Este trabajo es una mierda”
– “Sí tío, hoy en día es difícil tener un trabajo que te guste”
Te vas a la generalización en vez de la especificidad, y les validas su modelo del mundo (fíjate que en la respuesta no digo nada que implique que yo no soy feliz o estoy a disgusto).
Si debates o discutes con la gente cómo tú puedes estar feliz mientras ellos lo pasan mal, chocan los modelos del mundo y creas fricción (a la gente no le gusta que otros le digan cómo tienen que sentirse, o que se “deberían” sentir bien cuando están frustrados).
Muy padre información, gracias por decir algo diferente a todos los demás artículos que hablan sobre este tema. Nunca había considerado lo de levantarme más temprano y lo del agua fría, ambas son cosas con las que batallo mucho y nunca había visualizado un objetivo a largo plazo sobre soportar situaciones incómodas. Ahora tengo un por qué. Muchas gracias por darme otra perspectiva. Saludos 🙂