¿Qué aprenderás en este artículo?
¡No quiero las uvas, están verdes!
Parafraseando a Esopo – La Zorra y las Uvas
Estás trabajando delante del ordenador. Miras el reloj y ves que poco a poco se acerca la hora de ir al gimnasio.
A principios de año te propusiste ir todas las semanas, pero ahora bien entrado el año, como que ya no hay tanta prisa. Tienes un poco de cansancio, porque además últimamente no estás durmiendo todo lo bien que deberías. Además, te apetece ir a comer con tus compañeros, que hace tiempo que no vas.
“Mira, casi mejor voy mañana que estaré más descansado y tendré más energía.”
¿No has tenido nunca este tipo de conversaciones contigo mismo?
- “Quería levantarme temprano el domingo por la mañana para ordenar la casa, pero quizás sea mejor quedarme un rato más en la cama, así descanso y después seré más productivo”
- “Quiero escribir un artículo para mi blog, pero quizás me haya podido llegar un mensaje importante al correo, será mejor también que compruebe el facebook por si acaso”
- “Tengo que ponerme a estudiar, pero antes es importante que ordene la mesa, clasifique todos los apuntes, coma algo para que no me entre luego hambre, me prepare un cafelito y le haga la manicura al gato”
¿Te suena?
Tu cerebro se inventa razones para justificar el hacer lo que te apetece, y no lo que te habías propuesto hacer.
¿Qué es la Racionalización?
La Racionalización es un fenómeno psicológico que consiste en buscar una explicación racional o lógica a una decisión tomada de forma emocional.
Nuestro cerebro se inventa excusas para justificar nuestro comportamiento.
La parte emocional de nuestro cerebro decide en función de nuestras emociones, y posteriormente la parte más racional (el neocortex) le “ayuda” inventando una justificación lógica para aquello que ya hemos decidido emocionalmente.
La Racionalización es Útil
Todos nuestros procesos mentales tienen una utilidad, a la que llamamos Intención Positiva. En algún momento de la evolución del ser humano aparecieron y se mantuvieron porque sirven para algo.
La racionalización también es un mecanismo psicológico útil: al justificar nuestras acciones a posteriori nos evita el sentir emociones negativas como el sentimiento de culpa o frustración.
Sirve para mantener nuestra autoestima y nuestra imagen de nosotros mismos.
Sirve para que no nos machaquemos constantemente por haber tomado una decisión que quizás no fuese la mejor.
No querrías estar machacándote todo el rato por haberte saltado ayer el gimnasio, o por no haber estudiado lo suficiente para un examen. No tiene sentido y no te aporta nada. Es más práctico racionalizar y pasar página.
La racionalización nos ayuda a sentirnos bien con nosotros mismos. Nos ayuda a alinear nuestra mente emocional y nuestra mente racional.
En la fábula de Esopo, “La Zorra y las Uvas”, la zorra quiere comerse unos racimos de uvas, y como se frustra al no poder alcanzarlos, racionaliza: “están verdes”.
Con la racionalización buscamos razones para dejar de apreciar lo que está fuera de nuestro alcance, lo que reduce nuestra disonancia cognitiva y nos hace sentirnos mejor.
Los zorritos son unos animalillos muy astutos. La racionalización es una función de tu cerebro más evolucionado. En mi experiencia, mientras más inteligente eres, mejor racionalizas.
Lo cual puede tener también sus peligros…
Los peligros de la Racionalización
La racionalización se convierte en una desventaja peligrosa cuando nos lleva a justificar decisiones emocionales que nos pueden causar un gran perjuicio.
Nos puede hacer tomar decisiones erróneas si la utilizamos para justificar creencias erróneas o valores distorsionados.
Un buen ejemplo es el de una burbuja económica.
En la burbuja tecnológica de las puntocom: a mucha de la gente que invirtió en esas empresas le invadió la emoción de la codicia, y racionalizaban su decisión emocional con frases del tipo: “internet es un nuevo paradigma de la economía”.
El gurú de las inversiones Warren Buffet fue capaz de deshacer la racionalización y decidir de modo lógico que era arriesgado invertir en un sector complejo que desconocía. Dijo: “Un ambiente de la industria que cambia rápidamente puede ofrecer la posibilidad de enormes ganancias, pero se opone a la certeza que buscamos.”. Y acertó.
La burbuja inmobiliaria de la década de los 2000 es otro gran ejemplo. Especialmente en España tenemos una cultura de comprar casa, no nos gusta alquilar, tener una casa en propiedad forma parte de nuestros valores. En este país queremos comprar casa, porque nos gusta y nos apetece. Es emocional.
Eso genera una serie de creencias, como “alquilar es tirar el dinero” y “los pisos nunca bajan”, que son una racionalización del deseo de comprar una casa, es decir una justificación lógica para explicar que lo que a nosotros nos gusta es objetivamente mejor que lo que no nos gusta.
En la época del 2005-2006 yo participaba, junto con otra buena panda de tarados, en foros como el de idealista, analizando datos e intentando evaluar si era buena idea o no comprarse un piso (y yo hasta el día de hoy sigo de alquiler). A los “burbujistas” nos llamaban de todo ^_^
Y aunque estas creencias se han demostrado erróneas en la realidad, aún mucha gente sigue insistiendo “esta bajada es temporal”, “después de la crisis los precios volverán a subir”, “a la larga la vivienda siempre sube”, ¿por qué? porque están racionalizando una emoción: que desean tener piso en propiedad.
Y hay muchos más ejemplos de racionalizaciones que nos perjudican:
- Permanecemos con parejas que no nos convienen, pero que nos atraen, y lo justificamos con frases del tipo “en el fondo yo sé que me quiere de verdad”…
- Permanecemos en trabajos que son callejones sin salida, y lo justificamos con frases del tipo “por lo menos tenemos trabajo”, “hay gente que está peor”, “es que con la que está cayendo”…
- Votamos al bipartidismo PP-PSOE que nos engaña y nos hunde en la miseria, y lo justificamos con frases del tipo “Los otros son peores”, “Votar a partidos pequeños es tirar el voto”…
Racionalizar demasiado te puede llevar por el mal camino. Y además, mientras más inteligente seas, más capaz eres de inventarte excusas lógicas más elaboradas: Isaac Newton perdió una pasta gansa en la burbuja de los Mares del Sur. Y dijo: “Puedo predecir el movimiento de los cuerpos celestes, pero no la locura de las gentes.”
Porque lo que Newton llamaba “la locura de las gentes” son nuestras emociones. Y a no ser que seamos conscientes, nuestro cerebro evolucionado está al servicio de las emociones. Nuestras emociones mandan.
¿Podemos ser conscientes de cuándo estamos racionalizando y cuándo no?
Vamos a ver cómo racionalizamos.
Tomando Decisiones:
Racionalización vs Pensamiento Crítico
Este ejemplo lo tomo prestado del magnífico blog Less Wrong (The Bottom Line – en inglés):
Imagina que hay dos cofres cerrados, uno tiene dentro un tesoro y el otro contiene basura.
Los cofres no son iguales, sino que tienen pistas tanto en sí mismos como su alrededor, que pueden desvelar cuál de ellos tiene el tesoro (por ejemplo: el cofre B pesa más que el cofre A, si los agitas producen sonidos distintos, etc.).
Y por supuesto, tú solo puedes abrir uno de ellos, y quedarte con lo que encuentres dentro (el tesoro, o la basura).
Supongamos además para este ejemplo que las pistas en su mayoría no son falsas (apuntan al cofre que verdaderamente tiene el tesoro), y que cualquier persona medianamente inteligente sería capaz de interpretar correctamente dichas pistas y tener así una probabilidad muy alta de elegir el cofre adecuado.
Una persona, llamemosle el investigador curioso, empezaría por coger un papel y, empezando por la parte de arriba, haría una lista con las pistas que apuntan a uno o al otro de los cofres. Una vez que ha terminado esa lista con todas las pistas que ha podido conseguir o interpretar, eligiría aquél cofre que, según nuestra interpretación de las pistas, es más probable que contenga el tesoro dentro. En esto consiste el Pensamiento Crítico.
Otra persona, llamemosle el discutidor ingenioso, cogería un papel y, al final, escribiría “Elijo el cofre A”. Y a partir de ahí ir rellenando el resto del papel selectivamente con aquellas pistas que apuntan a que el cofre que ha elegido es el correcto, ignorando totalmente las pistas que apuntan a la otra opción. En esto consiste la Racionalización.
¿Qué método usarías tú para intentar averiguar qué cofre contiene el tesoro?
¿Serías un investigador curioso o un discutidor ingenioso?
En este ejemplo se ve muy claro, aunque en la realidad se vuelve mucho más difícil, debido a que existe el voluntarismo, la presión social, y otros muchos prejuicios cognitivos que hacen que estemos racionalizando sin que ni siquiera nos demos cuenta de ello.
¿Cómo dejar de Racionalizar?
Si controlamos nuestra racionalización seremos capaces de tomar mejores decisiones.
Ser capaces de darnos cuenta, y detener si nos interesa, nuestros propios procesos de racionalización nos ayudarán a evitar el autoengaño al que nos lleva nuestra propia inteligencia.
Si es a la hora de tomar una decisión, actúa como el investigador curioso, sé un Sherlock Holmes:
- Evita decidir antes de tener todos los datos
- Recopila toda la información posible
- Analiza los datos antes de tomar una decisión
Para ello te serán útiles técnicas de toma de decisiones que veremos en el futuro en Éxito Personal.
Y si quieres dejar de racionalizar para no desviarte de tus objetivos (por ejemplo desmotivarte a la hora de ir al gimnasio), te cuento mi sistema:
1 – Ten muy claro lo que quieres
Decide lo que quieres en un momento de estabilidad emocional: en un momento en el que te encuentres tranquilo y relajado y puedas ver las cosas con perspectiva, plantéate tus objetivos en función de lo que realmente quieres conseguir.
La motivación sana no se basa en hacer las cosas por querer demostrarnos algo a nosotros mismos, o por querer cambiar las cosas desde la rabia o la frustración, se basa en querer obtener un resultado que valoramos y disfrutar del proceso de alcanzarlo.
Dedice qué es lo que deseas en función de lo que realmente valoras, y decide qué proceso vas a seguir para conseguirlo.
Por ejemplo: “quiero ponerme en forma y para ello voy a ir tres veces en semana al gimnasio”
2 – Acepta tus emociones
Posteriormente, cuando lleguen los momentos de decisión, cuando tengas que elegir tu curso de acción, aparecerán las emociones que te intentarán llevar por el otro camino, y detrás viene la racionalización que te hará pensar qué lógico que es ese otro camino.
Acepta tus emociones para que tu cerebro no necesite “vendértelas” con una historia.
Por ejemplo: ¿estás cansado y no te apetece ir al gimnasio? ¡Perfecto! Es tu cuerpo-mente aplicando la ley del mínimo esfuerzo. Quiere conservar energía. ¡Es completamente natural!
“Acepto que ahora mismo estoy cansado y no me apetece ir al gimnasio”
3 – Racionaliza a la inversa
Cuéntale a tu mente una historia para hacer lo que te habías propuesto aunque tu estado emocional no sea el más apropiado.
Utiliza la técnica del “pero”, cambia lo que hay antes y después de la palabra “pero”:
- “Hoy toca gimnasio, pero estoy agotado”
lo cambias por:
- “Estoy agotado, pero hoy toca gimnasio”
Así que cuando tu cerebro intente convencerte de saltarte tu Disciplina Personal, le puedes convencer tú a él, dándole la vuelta al pero:
- Estoy muy a gustito en la cama, pero me quiero levantar para aprovechar el día y ser productivo.
- No me apetece estudiar, pero me voy a poner a estudiar ahora para cumplir la planificación que me he hecho y aprobar este examen.
- No me apetece sentarme a escribir pero le voy a dedicar un par de horas porque quiero publicar este artículo esta misma semana.
Aquí puedes utilizar técnicas de motivación (para el ejemplo del gym puedes usar las de: Motivación para el Gimnasio), pero lo importante es que desde el momento en que aceptas tus emociones y racionalizas a la inversa ya estás ayudando a tu cerebro a que te ayude: estás utilizando tu mente racional para potenciar el estado emocional que te motiva a ir al gimnasio.
Pon a tu cerebro a jugar a tu favor.
Utiliza la racionalización para alinear tu mente racional y tu mente emocional y poner a ambas a trabajar para conseguir tus objetivos.
Utiliza esa poderosa maravilla que es tu mente, para que en lugar de sabotearte, te ayude a conseguir tus objetivos, y pocas cosas habrá fuera de tu alcance.
¡Brindo por tus éxitos!
Referencias
Wikipedia: Racionalización (castellano), Rationalization (en inglés, más completo)
Less Wrong (Elizier Yudkowsky): , The Bottom Line, What Evidence Filtered Evidence?, Rationalization, recopilación en Against Rationalization (en inglés)
Imagen: Vulpes Vulpes at Shipwreck
Enhorabuena Miguel. Un artículo estupendo. De hecho me había levantado “racionalizando” y pienso darle la vuelta… Me has hecho entender de un modo muy sencillo algo que todos “sabemos” pero que a veces no queremos ver. Gracias compañero.
Muchas gracias María!
Un placer leerte, como siempre. ¡Te mando un fuerte abrazo!
Interesante!! Eres muy bueno para escribir… Una simplicidad que ayuda demasiado. Animo!!
Gracias por tus palabras Henry!
Me alegra que te guste esta simplicidad: mi objetivo es facilitar a las personas el entender y gestionar sus propios pensamientos y emociones, para así poder tener más disciplina, más autoestima y sobre todo más felicidad.
¡Un saludo!
Fabuloso gracias por mostrarnos el camino a la racionalización, me encanta la facilidad que tienes de trasmitir los mensajes.
un abrazo
Juanita
Muchas gracias Juanita,
Siempre intentamos que nuestros artículos presenten modelos simples y útiles, para desenmarañar los entresijos de los procesos mentales y, efectivamente, hacer fácil el conocer y comprender nuestros propios procesos mentales.
Un abrazo,
He tenido la oportunidad de asistir a la ponencia “Daño del Autoengaño” y la verdad es que me he quedado intrigada por las diferentes maneras con las que mi propio cerebro “me hace el 13-14” 🙂
Parece ser que tengo el enemigo en casa. Pero como bien dice Miguel y también la base de Mindfulness, lo importante es darse cuenta.
Gracias Miguel por ayudarme a abrir los ojos y vislumbrar a mi enemigo 🙂
Me ha encantado. Claro y accesible a todos. Gracias.