¿Qué aprenderás en este artículo?
“Los que dan tienen que poner límites
porque los que reciben difícilmente lo van a hacer”
– Irma Kurtz
La Inutilidad del Sacrificio
Las personas podemos tender a sacrificarnos por un bien mayor. Históricamente muchos seres humanos nos hemos sacrificado por el bien de nuestros hijos y nuestras tribus. Ayuda a preservar la especie y las civilizaciones.
Pero muchas veces nos sacrificamos más de la cuenta y nosotros mismos nos metemos en un callejón sin salida. Dándolo todo por personas o ideales que, mirándolo en retrospectiva, al final no merecían la pena.
Incluso algunos somos capaces de repetir este patrón una y otra vez. Repetimos, como un hábito, el dar demasiado.
Sacrificarse por los demás, en términos generales es una mala idea por dos razones clave. Cuando te sacrificas por otra persona:
- En cuanto se acostumbra, el otro deja de valorar tu sacrificio
- Si dejas de sacrificarte, el otro se enfada
Si piensas en los momentos del pasado en lo que en los que te has sacrificado sin obtener algo a cambio piensa sí se ha cumplido estos dos puntos:
- Sacrificarte por una pareja y darte cuenta con el tiempo de que no solo no lo valoró, sino que pudo ser hasta perjudicial para tu relación (en general, sacrificarte demasiado disminuye tu atractivo)
- Sacrificarte en un trabajo a cambio de algún tipo de promesa que finalmente quedó incumplida.
- Hacer un gran esfuerzo por un familiar o un amigo y que después no lo valoren o, aún peor, que desaparezca y no lo vuelvas a ver.
El Sacrificio es una Racionalización
Tu cerebro busca una justificación racional a cada decisión emocional. Es el fenómeno de la Racionalización.
El sacrificio personal casi siempre es una racionalización porque estamos viendo, y nuestra mente lógica nos está diciendo, que nuestro sacrificio no está sirviendo para nada, y aún así buscamos motivos por los que justificarlo.
Porque sientes que tienes que continuar dándolo todo.
- “Algún día mi jefe se dará cuenta de lo que valgo y ése será mi momento.”
- “Con todo lo que he hecho por mi pareja estoy seguro de que me querrá toda la vida.”
- “Algún día se dará cuenta de lo que ha perdido y se arrepentirá.”
Tengo una mala noticia para los sacrificados. Esto no tiene por qué suceder. Es más, casi con total seguridad no sucederá. Ese tipo de frases son justificaciones racionales que se inventa tu mente para justificar el continuar sacrificándote, que es realmente con lo que te encuentras cómodo.
Es mucho más fácil continuar en la abnegación sacrificada de aquél que cree hacer lo correcto, que hacer frente a la realidad de que tu sacrificio es esperado pero no valorado, y al conflicto que supone plantarte para dejar de dar sin recibir a cambio.
Pero es un autoengaño. La realidad no funciona así – la realidad es como es, no como tú quieres que sea.
Lo más probable es que las frases que digas al final sean más parecidas a estas otras:
- “No sé cómo puede odiarme tanto mi ex-pareja con todo lo que hice por esa persona”
- “Tanto tiempo esforzándome por esta empresa y así es como me lo agradecen”
- “Con las cosas que he hecho por este amigo y sólo me llama cuando quiere algo”
Éstas te duelen más, ¿verdad? Por algo será…
Por supuesto y como siempre, vamos a ver cómo funcionan los sacrificios y cómo darles la vuelta.
Tu Sacrificio crea tu Realidad de Sacrificado
¿Has oido eso de que “tus pensamientos crean tu realidad”?
Sin irnos al misticismo cuántico, hasta cierto punto esto sí sucede. Hay una explicación psicológica para ello.
Por ejemplo una persona con un comportamiento hostil, que vea a todo el mundo como un enemigo, se moverá por el mundo con una actitud hostil. Si una persona pacífica ve acercarse a esta persona hostil tenderá a apartarse de su camino, mientras que otra persona hostil quizá pueda hacerle frente reforzando de este modo la creencia original de que las personas son hostiles. Si vas buscando bronca, en tu realidad aparecerán broncas.
Sucede igual con nuestra mentalidad de equilibrio dar/recibir.
Nos podemos aproximar a las interacciones con una mentalidad:
- Equilibrada: tanto doy, tanto recibo
- Aprovechada: quiero recibir todo lo que pueda y dar lo mínimo
- Sacrificada: doy más de lo que pido
Si una persona equilibrada se encuentra con una persona aprovechada, en cuanto lo detecte procurará dejar de tratar con esta persona: “no quiero que se aprovechen de mí”. Un aprovechado lo tendrá más difícil para aprovecharse de otro aprovechado (se ven venir), intentará ir a por una persona equilibrada o, aún mejor, de alguien sacrificado, que ya está acostumbrado a dar más de lo que recibe.
¿Qué sucede cuando tenemos la mentalidad de sacrificio?
Para empezar, tendemos a acercarnos con la creencia de que tenemos que dar, y dar, y dar más, y que nunca damos lo suficiente.
Es posible que otras personas equilibradas noten este desequilibrio y quieran compensarlo. En mi caso por ejemplo cuando estaba comenzando a impartir talleres algunos amigos me regatearon los precios… ¡al alza! – porque ellos pensaban que estaba ofreciendo demasiado valor a un precio demasiado bajo. Por supuesto acepté estas ofertas porque entendí que lo estaban haciendo tanto para equilibrar el dar y el recibir como para que yo aprendiera a valorar mi trabajo.
Con una mentalidad de equilibrio, igual que no te vas a sentir cómodo si la otra persona intenta aprovecharse de ti, de la misma manera tampoco te sientes cómodo si la otra persona solo ofrece y ofrece sin solicitar nada a cambio. No quieres aprovecharte de esa persona.
Así cuando un equilibrado conoce a alguien que tiende a dar muchísimo más de lo que recibe, primero puede intentar compensar esa situación haciéndole ver a la persona sacrificada que podría recibir más a cambio y que tú estarías dispuesto a dárselo.
Es el empresario que le sube el sueldo al trabajador más productivo, o que le dice “anda, vete a casa” cuando ve que lleva demasiado tiempo currando. Es la pareja que tienen detalles el uno con el otro, sin demandar nada a cambio pero recibiéndolo al final porque al otro le sale. Es el decirle a un freelancer que le vas a pagar más (lo he hecho) y que te diga un cliente que te va a pagar más (me lo han hecho). Esto es lo sano, normal y natural.
Pero si esto continúa en el tiempo la persona equilibrada puede dejar de sentirse cómoda recibiendo tanto sin aportar a cambio (igual que cuando alguien intenta aprovecharse de nosotros sin darnos nada a cambio). Una persona equilibrada que recibe sin dar se puede sentir culpable.
Y aunque parezca mentira en nuestra sociedad de picaresca y políticos sinvergüenzas, muchas personas atenúan las relaciones o ponen distancia si sienten que se están aprovechando de ti. A lo mejor me gusta quedar mucho con mi amigo, pero si siempre que quedo con él insiste en pagarlo él todo, y no hay quien le convenza de lo contrario, de forma consciente o no tenderé a quedar menos de lo que me surgiría si pagásemos todo a medias.
¿Quién sí que continuará al lado de una persona con mentalidad de sacrificio? Pues, obviamente, los aprovechados. En este caso el desequilibrio en el intercambio no solo no le resulta incómodo, sino que le beneficia y lo va buscando.
Así, cuando una persona mantiene a lo largo de mucho tiempo un comportamiento demasiado sacrificado, de forma natural a su alrededor se arremolinarán sólo los parásitos.
Así surgen las relaciones de dependencia y la personas sacrificada se encuentra con vampiros emocionales una y otra vez en sus vidas.
Esta persona, mediante su mentalidad, ha creado una realidad en el que su sacrificio es bien recibido por su entorno fortaleciendo ambas creencias: que es necesario sacrificarse y a la vez que la gente no lo valora.
Sacrificio y Autoestima
La mentalidad de sacrificio está íntimamente relacionada con la autoestima condicionada a resultados o lo que es lo mismo con asociar lo que eres a lo que haces.
Porque a las personas con esta mentalidad desde pequeñitos les han inculcado que si no se esfuerzan por los demás, entonces son malas personas.
Así si de mayores no se sacrifican por ejemplo por la empresa pueden sentir que no son buenos trabajadores, si no se sacrifican por sus amigos, que no son buenos amigos, y si no se sacrifican por su pareja que son malos maridos o mujeres.
De esta manera la concepción que el sacrificado tiene de sí mismo está íntimamente relacionada con su propia imagen. ¿Cómo podría una persona así dejar de sacrificarse sí eso implicaría dejar de ser buena persona?
Para poder salir de este bucle es importante entender que no somos lo que hacemos, que nuestra autoestima no está condicionada a resultados y que por el hecho de mantener un equilibrio entre el dar y el recibir no nos convierte en malas personas.
“Si no te sacrificas, eres egoísta”
Si te resuena y te parece que este es tu caso, te recomiendo encarecidamente que le eches un vistazo a nuestro taller Quiérete de Verdad donde trabajamos para que tu autoestima no dependa de tus resultados y no tengas que darlo todo hasta el infinito y más allá para poder sentirte bien contigo mismo.
Sanando la mentalidad de Sacrificio
Para sanar la mentalidad de sacrificio tendremos que restaurar el equilibrio entre dar y recibir.
Un sacrificio deja de ser tal en el momento en que hay un equilibrio entre lo que haces por los demás y lo que recibes a cambio.
El que da demasiado amenaza la relación. No debo dar más de lo que el otro me puede devolver.
– Bert Hellinger
Para restaurar este equilibrio es útil desmontar la racionalización:
- Determina previamente qué estás dispuesto a dar en este intercambio. Y qué esperas recibir a cambio.
- Acepta tus emociones que te pueden llevar a dar más de lo equilibrado, y qué te están diciendo esas emociones. ¿Puedes sanarlas?
- Dale la vuelta al “pero”: “hacer esto por una persona es demasiado, pero es que es mi amigo” → “es mi amigo, pero hacer esto por una persona es demasiado”
Los intercambios se pueden negociar, pero tienes que tener un límite del cual no pasas. Y los límites no se mueven.
Sacrificios que (a veces) merecen la pena
Entonces, ¿en qué casos puede merecer la pena sacrificarte?
A veces por un trabajo, empresa o proyecto. Te puede tocar demostrar lo que vales y dar antes que recibir, sobre todo si estás empezando en un sitio nuevo o en un proyecto nuevo. En este caso estás apostando a que la empresa (si eres trabajador) o el mercado (si eres emprendedor) te va a devolver, en el futuro, el esfuerzo realizado en la actualidad. Es un riesgo, que en algunas ocasiones compensará y en otras no.
Una forma de controlar este riesgo es acotando el esfuerzo. Si tras X años tu emprendimiento no funciona, tus productos no se venden, y no parece que lo vayan a hacer, quizás toque replantearte. David D’Alessandro en su libro Career Warfare indica que, si la empresa te “salta” en dos oportunidades seguidas de promoción que te corresponderían, quizás sea el momento de cambiar.
Por los hijos. De forma natural nos sacrificamos por nuestros hijos, a ellos siempre les damos más de lo que recibimos. Pero incluso esto tiene un límite, si les damos demasiado les estaremos impidiendo que tomen responsabilidad sobre sus propias vidas.
Y dado que yo no tengo hijos, le he pedido a mi amiga Gema que nos cuente en el siguiente apartado cómo funciona el
Sacrificarte por tus hijos
por Gema Martíz de Espacio Argenta
Dar a los hijos lo que necesitan forma parte del acuerdo que firmamos con ellos – y con la vida – cuando aceptamos tenerles.
Algunos padres hablan de sacrificio, cuando en realidad es el esfuerzo inevitable que conlleva sacarles adelante. El problema es que algunos padres creen que los hijos les tienen que “devolver” lo que ellos les han dado y, si no lo hacen, se sienten frustrados porque no se sienten recompensados por su sacrificio.
La realidad es que, de pequeños, los hijos son recibidores y los padres dadores.
En general, los padres se sienten “pagados” con el cariño de los niños. Los problemas suelen venir un poco más adelante, sobre todo en la época adolescente, cuando los padres sienten que los hijos son egoístas porque reciben mucho y dan poco. Es aquí donde los valores entran en juego. En el ejercicio del dar y el tomar, donde el sacrificio debe quedar a un lado, hay que destacar dos valores esenciales:
- La responsabilidad. De los padres, por proveer a los hijos comida, necesidades básicas, condiciones higiénicas y educación. De los hijos, ocupándose de sus tareas: estudios, orden en casa y cuidado personal.
- El respeto. De los padres, por la personalidad, gustos y decisiones de los hijos. De los hijos, por el espacio hogareño, el tiempo, el dinero y el modo de vida de los padres.
Una educación eficiente debe hacerse más en términos de firmeza amorosa que de sacrificio.
Gema Martíz es coach personal y sistémica.
Autosacrificio
¿Y si nos sacrificamos nosotros hoy para estar mejor mañana?
Es el ir al gimnasio en lugar de quedarte viendo la tele, es el comerte una ensalada en lugar de hamburguesa y patatas fritas, es el emprender mil horas para en un futuro tener tu propio negocio, el quedarte estudiando o trabajando mientras tus amigos salen de fiesta.
En ese caso no estaríamos hablando de un sacrificio como tal: realmente se trata de una recompensa aplazada. Está demostrado que las personas que son capaces de aplazar su recompensa, es decir sacrificar el placer en el presente para un mejor futuro, suelen tener más éxito en la vida, como explicamos en detalle en el artículo de la Disciplina Personal.
Cuidado porque la procrastinación (dejar las cosas para luego), sería justo lo contrario. Tu yo actual está siendo un aprovechado y le está cargando demasiado a tu yo futuro que en este caso estaría sacrificado 😉
Pero si puedes trabajar por tus recompensas aplazadas, el autosacrificio deja de serlo: ¿Quién va a valorar mejor nuestros sacrificios que nosotros mismos? Además es un sacrificio perfectamente equilibrado: todo lo que tú das, tú mismo lo recibes, ¡y con intereses!
Sacrificio por tu Misión:
No seas una Vela, sé un Faro
Quizás el más noble de los sacrificios sea sacrificarte por una misión.
A la mente nos vienen los médicos que tratan enfermedades muy contagiosas para intentar encontrar una cura. Los investigadores que exploran más allá de los límites de la ciencia aún a riesgo de su propia integridad, como el matrimonio Curie. El héroe que se lanza al mar embravecido o se adentra un edificio llamas para salvar vidas.
Pocas cosas te hacen sentir tan realizado como contribuir a una causa en la que crees de verdad.
Pero si te sacrificas por la causa y te consumes en el proceso, no sólo te habrás destruido, sino que no podrás seguir aportando. Si montas una empresa para ayudar a las personas, y tu empresa no gana dinero, te quedarás sin empresa y se terminó el ayudar.
Para contribuir a una causa es útil hacerlo de forma eficiente (Idealismo Pragmático). Hazlo sin “quemarte” en el intercambio:
- Optimizando el proceso. Un bombero entrenado puede salvar vidas arriesgando lo mínimo posible la suya.
- Escalando. Haciendo cosas que ayuden a mucha gente a la vez sin que a ti te cueste más esfuerzo. Un artículo como este (o un libro, o un infoproducto, etc.) cuesta un cierto tiempo y energía escribirlo, pero cada vez que lo lea una persona adicional no costará nada más.
Si quieres ayudar a los demás y te consumes en el proceso, serás como una vela: iluminas el camino hasta que te destruyes.
Si aportas a mucha gente y de forma eficiente serás como un faro: iluminas a aquél que se te quiera acercar, manteniéndote siempre firme.

Be a Lighthouse, my friend
Conclusiones
En este artículo hemos visto que:
- Sacrificarse por los demás suele ser inútil porque la gente no lo valora y además te lo echan en cara si dejas de hacerlo
- El sacrificio es una Racionalización: tu mente se inventa excusas para justificar que te sacrifiques.
- Tu mentalidad puede crear una realidad de sacrificado
- Tu sacrificio puede venir de una Autoestima Condicionada a Resultados
- El Autosacrificio es útil como Recompensa Aplazada
- Aportar a una causa importante para ti puede darte mucha realización personal: contribuye sin sacrificarte.
¿Qué te ha parecido? ¿Alguna vez has pensado que dabas más de lo que recibías? ¿Has elegido cambiarlo? Cuéntanoslo en los comentarios.
Excelente la información, muy realista con el comportamiento del ser humano, la forma de ser, pensar y actuar en lo cotidiano del día a día de las personas en su relación con las demás, cierto que llevamos por dentro la palabra sacrificio y a todas las acciones que desarrollamos estamos pendiente de esa cuota de sacrificio que debemos poner o exigir de las demás personas.
Muchas gracias por tu comentario, Luis. Efectivamente muchos llevamos dentro esa especie de “cuota” que mencionas, trabajar duro, pagar el precio… estamos condicionados por la historia y la sociedad para dar y esperar sacrificio. A veces es útil, a veces no.
Un saludo y hasta pronto!
Miguel soy un gran seguidor tuyo,me llamo Jesus,como siempre un articulo que entendiendose como es mi caso,aporta muchas cosas.
Por favor mandame mas articulos,llevaba mucho tiempo sin saber de ti.
Un cordial saludo.
Buen dia.
Muchas gracias por tu comentario Jesús,
Seguiremos sacando artículos de calidad sobre el desarrollo personal, no te preocupes que aún tenemos mucho que contar 😉
Un abrazo,
Miguel, qué sucede cuando el sacrificado siente que su sacrificio sólo pretende imitar el ejemplo de Jesucristo. Algo así como poner la otra mejilla. O cuando se está consciente de la existencia de los aprovechados, pero da lo mismo porque la seguridad de estar haciendo lo correcto es mayor? Estará muy mal? Querer tomar en cuenta el mensaje que nos dejó el Hijo de Dios? Estuvo muy bueno tu artículo.
Hola Elfa,
Muy buen comentario, y da para una digna reflexión.
Yo trabajo el Desarrollo Personal desde el punto de vista Científico, es decir me baso por un lado en el trabajo de personas que han estudiado estos temas a nivel psicológico, sociológico, etc., y por otro lado intento aplicarlo a las distintas áreas de mi vida, y a través de esta experiencia, y la de mis alumnos, desarrollar unas claves prácticas que les sean útiles a mis lectores y a los asistentes a mis cursos.
Procuro no entrar en el enfoque de la religión por varias razones:
· Seguramente tengamos lectores de todas partes del mundo y de diversas religiones, o que no profesen ninguna. Considero que el desarrollo personal es útil y beneficioso para todos.
· Procuro hablar de la psicología humana que es común a todas las religiones.
· Ya hay otros grandes autores que hablan de religión y prefiero dejarles este tema a ellos.
No obstante, me parece muy interesante el tema que propones de “poner la otra mejilla”. ¿Cuando considero yo que una persona, religiosa o no, puede poner la otra mejilla?
Cuando el hecho de hacerlo no le provoca una reacción o cualquier otro tipo de incomodidad psicológica.
Si pones la otra mejilla porque “así me lo han enseñado” o porque “es lo que haría Jesús”, en lugar de porque entiendes y tienes internalizados los procesos mentales, posiblemente sufrirás cuando lo hagas, te provocará daño, te sentirás mal, y habrá una parte de ti que quiera cambiar eso.
En cambio, si quieres y puedes “poner la otra mejilla” desde la entereza y la templanza de las personas que pueden hacer esto sin salirse de su centro, entonces adelante.
Si no, yo trabajaría primero en buscar el equilibrio en mis relaciones a la vez que intento desarrollar esta templanza y entereza para que nada me mueva de mi centro.
Espero que te haya sido útil, muchas gracias por una pregunta tan interesante.
Un abrazo y hasta pronto!