Los problemas de la vida no están para hundirte. Existen para ayudarte a crecer.
¿Has ido alguna vez al gimnasio y te has quedado delante de todas las pesas alineadas en la pared para exclamar “¡Maldita sea! ¿Por qué hay tantas pesas aquí? ¡Posiblemente no pueda levantarlas todas! ¡Mira lo pesadas que son! ¿Por qué no pueden poner simplemente unas cuantas pesas ligeras y que con esto baste?”.
Vale, esto suena un poco estúpido, pero es así precisamente como mucha gente reacciona ante los problemas que aparecen en sus vidas.
“¡Maldición! ¿Por qué tengo que ser gordo? ¿Por qué no puedo simplemente estar delgado y en forma? ¿Por qué existen tantas comidas deliciosas que me hacen ganar peso? ¿Por qué tiene el ejercicio que ser tan duro? ¡Estoy harto de ser gordo!”.
“¡Maldición! ¿Por qué tiene que ser tan difícil ganar dinero? ¿Cómo se supone que voy a librarme de las deudas si apenas puedo pagar mis facturas? ¿Por qué parece que siempre que empiezo a tirar para adelante mi coche se avería otra vez? ¡Estoy harto de estar arruinado!”.
“¡Maldición! ¿Por qué no puedo encontrar novia (novio)? Soy una buena persona ¿verdad? ¡Estoy cansado de citas tristes con completos imbéciles! Puede que simplemente tenga que permanecer célibe. ¿Por qué tiene que ser esto tan duro? ¡Estoy harto de estar solo!”.
“¡Maldición! ¿Por qué no puedo encontrar un trabajo que me guste? ¿Por qué tengo que hacer un trabajo estúpido que odio, solo para ganar dinero? ¿Qué clase de vida es ésta? ¿Cómo se supone que voy a hacer lo que amo cuando ni siquiera sé qué es? ¡Estoy harto de mi trabajo!”.
¿Te suena familiar alguna de estas?
Los Problemas como Obstáculos
Las actitudes señaladas anteriormente consideran los problemas como obstáculos. Son barricadas, incordios y molestias. Se introducen en tu estilo de vida. Interfieren con tu capacidad de disfrutar tranquilamente de la vida.
Vista esta mentalidad, deberías esforzarte al máximo para prevenir problemas desde el principio en la medida que sea posible. Si surge un problema, esto significa que algo fue mal. Debería haber sido anticipado y evitado. Un problema inevitable representa a la mala suerte o a un cruel giro del destino. O quizás sugiere que has tenido pensamientos erróneos y de alguna manera lo has atraído según la Ley de la Atracción.
Si tienes problemas vigentes, entonces deberías intentar eliminarlos si puedes. Márcate como objetivo el delicioso nirvana de una vida libre de problemas – que cada cosa esté en su sitio y no haya nada de qué preocuparse.
La forma de pensar que vimos antes es algo terrible. Cuanto más tiempo pases pensando de esa manera, más débil te volverás. Esa forma de pensar te sitúa en un camino con dos alternativas principales.
La primera te lleva a la sobrecarga. Por momentos tu vida se verá copada de problemas que no puedes resolver fácilmente. Probablemente recurrirás a alguna forma de escapismo para afrontarlos (como ver la TV, navegar por internet, videojuegos, exceso de lectura, alcohol y drogas… etc). Irás adquiriendo una sensación de lento hundimiento, como si la vida se te escapara. Cuando surjan nuevos problemas, te sentirás estresado, preocupado o ansioso.
La segunda alternativa lleva a la retirada. Gradualmente vas desinteresándote del mundo para reducir los problemas a encarar. Puede que justifiques esto con palabras como “simplificar” o “minimalismo”. Si alguna parte de tu vida te trae muchos problemas, intentas eliminarla quirúrgicamente. Probablemente vivas solo y tengas pocos amigos. Te centras en tareas fáciles, poco desafiantes y de escasa recompensa. El pensamiento de vivir en una caverna en cualquier sitio o meditar durante días empieza a parecer una buena idea. Todo lo que quieres es paz, paz, paz, pero parece que nunca eres capaz de permanecer así por mucho tiempo. Siempre llega alguna otra cosa molesta.
Existen otras alternativas así como otras variantes de las dos anteriores, pero la mayor parte del tiempo estás centrado en la estresante vía de la sobrecarga o la atrofia de largo recorrido. En cualquier caso, cuanto más tiempo pases en estos patrones, más débil te irás poniendo. Con el paso del tiempo, los problemas que no parecían tan grandes hace cinco años ahora se sienten como cargas terribles.
“¡Maldición! ¿Por qué se tuvo que fundir esa bombilla? Oh mierda, me he quedado también sin bombillas. Ahora tengo que ir a la tienda. Ehhh… lo haré más tarde. Simplemente no tengo energías para resolver esto ahora”.
Los Problemas como Oportunidades
Déjame ofrecerte una forma diferente de pensar acerca de los problemas que es mucho más empoderante y mucho menos quejica.
Los problemas no existen para derribarte. Existen para ayudarte a crecer más fuerte. Los problemas son como las pesas del gimnasio. Si intentas levantarlas, puede que te sientas cansado en el momento, pero te volverás más fuerte a largo plazo.
Cuando piensas en los distintos problemas y retos que estás encarando en la vida, puede que estés tentado de asumir que la meta es alcanzar la solución – para dejar atrás el problema. Pero esta es una perspectiva de pocas miras y enormemente desempoderante. Es como decir que la meta de ir al gimnasio es acabar cuanto antes con tu entrenamiento.
Una perspectiva más productiva es considerar que la acción de resolver problemas es lo que realmente importa. Es la acción, no el estado de haber resuelto el problema, lo que te ayuda a crecer.
Supón que uno de tus problemas es que estás arruinado y con deudas. Si fuera así, imagino que es un problema que te encantaría resolver. Puede que te sientas desesperado por alcanzar una solución tan rápidamente como sea posible. Pero el mayor valor es la acción de resolver el problema, no el resultado final.
Una de las razones por las que ahora me va bien económicamente es porque resolví el problema de estar arruinado hace 10 años. Desde luego, no fue un problema fácil de solventar. Tuve que pasar por un montón de pasos intermedios para volverme lo suficientemente fuerte para resolverlo. Realicé muchos ajustes en mi actitud. Levantando estas cargas, me hice más fuerte mentalmente, y mi economía pronto siguió esta tendencia.
En consecuencia, sé que si en algún momento del futuro me encuentro arruinado, podré resolver el problema de nuevo, probablemente mucho más rápido que la primera vez. Aunque en la actualidad tengo más que perder desde el punto de vista financiero, no tengo miedo de perderlo. Sé que tengo la fuerza para recuperarme. Mi ganancia real no fue el dinero. Mis ganancias reales fueron la fuerza interior, el conocimiento y la pericia.
¿Qué hubiera sido de mi vida si hubiese saltado instantáneamente al estado de solución sin resolver el problema realmente por mí mismo? Supón que gané la lotería. En un primer momento podría parecer que todos mis problemas financieros se resolvieron, pero en realidad hubiese quedado en una situación de lejos peor.
Según iba pasando este periodo de escasez financiera, recé para que no me sucediera algún golpe de suerte repentino con el dinero. Sabía que tenía que resolver el problema por mí mismo. No quería que accidentalmente me llegara alguna gran herencia y que esto me robase lecciones financieras cruciales y entrenamiento. Cuando alguien me regalaba billetes de lotería, me ponía nervioso porque me preocupaba que pudiera ganar.
Fue duro gestionar algunos de estos retos, pero podía ver que mis problemas servían a un propósito superior. Me estaban ayudando a entrenarme.
Otro beneficio es que, resolviendo estos problemas por mí mismo, he sido capaz de escribir muchos artículos para compartir lo que he aprendido. No podría hacer esto si me hubiese saltado todas aquellas difíciles lecciones.
Los problemas físicos crean fuerza física. Los problemas mentales crean fuerza mental. Los problemas sociales crean fuerza social. Y todos los problemas en algún nivel generan fuerza espiritual (o fuerza de carácter).
Esta mentalidad tiene una perspectiva positiva a largo plazo. Cuanto más tiempo la mantengas, más fuerte te volverás.
Ajuste de Actitud hacia la Resolución de Problemas
Estoy bastante seguro de que aprendí el valor de resolver problemas de mi madre. Durante casi toda mi vida, ella fue (y es) profesora universitaria de matemáticas. A menudo me compraba libros llenos de problemas a resolver –problemas de matemáticas, problemas visuales, problemas con palabras, problemas lógicos, etc. Puedes encontrar esta clase de libros en cualquier librería local. Esa era su forma de mantenerme ocupado durante las vacaciones de verano. 😀
Llegaron a gustarme estos libros, así que estuve expuesto a montones de problemas diferentes desde niño. Al principio estaba perdido en la mayoría de los problemas de estos libros, y podía resolver muy pocos de ellos. Pero poco a poco fui mejorando.
Cuando estaba en quinto grado, empecé a aprender el lenguaje BASIC de programación de ordenadores, lo que me expuso incluso aún a más problemas. Empecé a ver la resolución de problemas como algo a realizar por diversión y una forma de volverte más inteligente con el tiempo.
Cuando estaba en el instituto, realmente disfrutaba resolviendo problemas interesantes. Si un profesor daba más puntos por resolver problemas, yo siempre los hacía – simplemente por diversión. Era casi una adicción. Si veía un problema, me despertaba realmente la curiosidad y me sentía impelido a resolverlo.
Algunos estudiantes se me acercaban a veces por la mañana antes de las clases para pedirme ayuda con sus deberes de matemáticas o ciencias. Y yo les ayudaba. A menudo ni siquiera estábamos en la misma clase, pero ya tenía una amplia reputación en el instituto como bueno resolviendo problemas. Con el apoyo de uno de mis profesores, también hice algunas tutorías en matemáticas. Esto fue incluso mejor, porque me pagaron por enseñar a la gente habilidades para resolver problemas.
Una mañana mi profesor de física se dirigió hacia mí cuando estaba frente a mi taquilla antes de las clases y me pidió que le acompañase a su aula. Me presentó un problema de física que parecía no ser capaz de resolver. Yo lo hice fácilmente, no porque fuera mejor que él en física, sino porque yo había estado expuesto a una enorme variedad de problemas y así mi mente simplemente vio la solución. Este problema de física se encuadraba dentro de una clase de problemas que yo ya sabía cómo resolver. Mi solución fue poco usual para un problema de física, pero no era tan poco común para un problema de matemáticas.
Durante las vacaciones de Navidad de mi último año, yo estuve aburrido durante las dos semanas sin clases… parcialmente porque no tenía problemas serios que encarar. Así que abrí mi libro de texto de cálculo y empecé a leer y a trabajar con algunos problemas. Simplemente lo hice porque disfrutaba del reto.
Tras el parón de vacaciones (al principio de mi semestre final del instituto), me dirigí a mi profesor de cálculo y le entregué un buen montón de papeles. Le dije que durante las vacaciones, yo había hecho todos los deberes que iba a mandar para el resto del año.
El dijo “¿Pero cómo supiste qué problemas iba a mandar?” Yo respondí: “No lo sabía, así que los hice todos”.
Normalmente él mandaba 12-15 problemas de cada tema como deberes. Yo probablemente hice cuatro veces esa cantidad.
Por supuesto, esto dejó a mi profesor de cálculo pensando “Ahora qué diablos se supone que voy a hacer con Steve en los próximos cinco meses? Se va a estar sentado en clase mano sobre mano todo el tiempo”. En realidad sí que encontró formas creativas de motivarme, dándome tareas especiales y exámenes para casa para hacerlos por mí mismo. Durante las clases, la mayor parte del tiempo desconectaba, y escribí un juego de blackjack para mi calculadora programable. Más resolución de problemas.
Solo más tarde en mi vida me di cuenta de lo mucho que ayuda generalizar esta actitud más allá de las matemáticas, las ciencias y los problemas lógicos para llevarla al reino de la existencia práctica cotidiana.
Por ejemplo, no es un secreto que desprecio el trabajo de contabilidad. Lo encuentro la parte más aburrida de llevar un negocio. Subcontrato a un contable para realizar la mayoría del mismo, pero nunca te puedes desconectar del todo de los números y obligaciones financieras cuando estás llevando un negocio… a menos que estés en posición de pedir un rescate del gobierno porque eres “demasiado grande para caer”. 😉
En lugar de resistirme al trabajo contable, decidí verlo como un ejercicio de entrenamiento. La meta no era pasarlo como fuera y terminarlo. La meta es usarlo para hacerme más fuerte. Llevar la parte financiera de mi negocio en buen orden me ayuda a volverme más organizado y eficiente. Sé que si puedo llegar a ser realmente bueno gestionando la parte financiera de mi negocio, este entrenamiento me será muy útil durante muchos años.
Yo podría externalizar más parte de este trabajo, pero ahora mismo no quiero hacerlo. No sería una buena idea hacerlo todavía. Este trabajo me está enseñando importantes lecciones que necesito integrar personalmente en este momento de la vida de mi negocio. De otra manera me arriesgo a arruinar las cosas cuando tenga más dinero y más complejidad de negocio que gestionar. Puedo externalizar más parte posteriormente, pero ahora mismo puedo decir que este entrenamiento todavía me está ayudando a volverme más fuerte. Tengo que dominar las pesas de 10 Kg antes de pasar a las de 12 Kg.
Venciendo la Sobrecarga
Si has estado vagueando debido al escapismo, cuando saques tu cabeza de la arena, puede que te encuentres rodeado de problemas que parezcan demasiado pesados de sobrellevar –grandes deudas, un trabajo sin futuro, una situación de pareja deplorable, una gran barriga, sin motivación de logro… etc. Está bien. Simplemente hay que empezar con las cargas más ligeras, y empezar a practicar a partir de ellas. Según vayas liberándote de estos problemas menores, te empezarás a sentir más fuerte y esperanzado. Según vaya pasando el tiempo, estarás preparado para encarar algunos problemas de tamaño medio… y después los realmente grandes.
Limpiar, organizar y las reparaciones menores son buenas actividades para empezar. Ordenar tu escritorio. Limpiar el baño. Organizar una estantería. Liberar la bandeja de entrada de tu email. Enderezar ese cuadro. Tirar la comida caducada de tu frigorífico.
También puedes programar el tiempo para esto. Establece un periodo fijo de tiempo, digamos 30-90 minutos, y simplemente empieza a reducir alguno de tus problemas. Cuando el tiempo se acabe, ya podrás parar, sin importar el avance que hayas conseguido. Yo a menudo uso esta técnica para tareas tediosas como limpiar un disco duro que necesita una mejor organización de sus carpetas. Me concentro en ello durante 30 minutos durante unos días hasta que termino. De esta forma la tarea nunca parece demasiado pesada. El beneficio a largo plazo de encarar problemas menores es que te vuelves bueno a la hora de procesarlos rápidamente. Mis padres son maestros en esto. Cada fin de semana abordan problemas ligeros en lotes, de esta forma la casa está limpia, organizada y en un orden correcto todo el tiempo.
Piensa en una sesión de resolución de problemas como un entrenamiento corto para tu disciplina mental, de forma muy parecida a ir al gimnasio. Si practicas estos entrenamientos de resolución de problemas con regularidad, te volverás progresivamente más fuerte, y los problemas pequeños nunca más te parecerán tan molestos.
Volviéndote más Fuerte
Resolviendo problemas incrementas tus recursos. Cuantos más problemas soluciones, mejor te volverás en resolución de problemas.
Este ajuste de actitud puede ser muy efectivo. Si empiezas viendo tus problemas como ejercicios de entrenamiento dirigidos a volverte más fuerte, serás capaz de encarar tus problemas con una actitud resolutiva. Sabes que será duro, y aceptas que se supone que es duro. Se supone que las cargas son pesadas, y que el entrenamiento se supone que es agotador. Si fuera demasiado fácil, no te ayudaría a crecer.
Puede que sientas cierto estrés y tensión cuando estás en mitad de un problema duro, pero te sentirías igual realizando un entrenamiento duro en el gimnasio.
No te lamentes por tus problemas. Da las gracias por ellos. Te están entrenando para volverte más inteligente y fuerte. Aprende a disfrutar del entrenamiento que estás recibiendo. Con el paso de los años estarás agradecido de haber tenido que afrontar estos problemas por lo fuerte que te has vuelto.
No te resistas al entrenamiento de resistencia. 😉
Artículo original: The Joy of Solving Problems.
Traducción: Luis Bermer
Traducción con permiso genérico del autor.
Imagen: Superación…
Este es uno de los artículos de Steve Pavlina que me han cambiado la vida. Por eso tenía muchas ganas de publicarlo traducido en Éxito Personal.
Muchas veces no es lo que sucede lo que hace que nos sintamos mal, es cómo interpretamos lo que nos sucede. Nuestra percepción subjetiva de nuestros propios problemas es lo que hace que los veamos difíciles o imposibles, molestos o irritantes, desafortunados o injustos.
Está claro que cambiar la percepción de las situaciones no cambia la realidad, pero sí cambia tu actitud frente a las situaciones, y eso cambia tu motivación y tu comportamiento, y te facilita el afrontarlas.
Alguno podríais preguntaros, ¿y si realmente un problema no tiene solución, independientemente de cómo lo interpretes? Para eso hay otras alternativas, y también tenemos otro artículo de Steve Pavlina preparado sobre ese tema.
En realidad yo odio los problemas, son molestos para mí, me quitan la paz, me desesperan. Tal vez antes me gustaba resolver problemas y retos desarrollando sistemas para una empresa, pero no me trajo mas que un despido. Me despidieron y renuncié a la perseverancia y a la paciencia para encontrar soluciones, de todos modos no sirvió para nada.
Ahora todo es una carrera por sobrevivir, vivo al día y francamente los problemas del diario me desesperan, odio los retos, odio las disciplinas, odio que me apuren, que me empujen, son una molestia, como dice el artículo, sólo quiero que me dejen en paz en mi cueva
Gracias por traducción del artículo. Me ha gustado mucho.
Patricia, gracias a ti por tus palabras, y por seguirnos!
Cuando publiquemos traducciones, intentaremos que sean lo mejor de lo mejor del desarrollo personal en lengua inglesa. ¡Y que os gusten un montón!
Excelente el artículo. La verdad es que pensar en los problemas como pesas de un gimnasio cambia la perspectiva de todo.
Gracias por la traducción. Un saludo.
Muchas gracias por tu comentario Pako! 🙂
La mayoría de las veces la dificultad no está en el problema en sí, sino en cómo enfocamos el problema.
La metáfora que utilizamos para describir algo afecta completamente a la actitud con la que nos relacionamos con ese algo.
Por ejemplo pensar “la vida es una lucha” o “la vida es una aventura” nos conduce a modelos mentales y actitudes totalmente diferentes.
Este artículo me cayó de perlas, porque en parte me parezco a ud en el tema de las matemáticas y en la dificultad económica que estoy atravesando.
Excelente. Muchas gracias. Seguiré sus consejos.
Muchas gracias por tus palabras Germán,
Espero que te vaya todo muy bien y que resuelvas esas dificultades económicas.
Noo me va tan Biien por que no puedo responder las preguntas que me dejo mi profesora como Hago quiiero que meee Ayuuudeeen!!
muy interesante , lo cierto es que cuando tienes un problema este te nubla la mente y raras veces puedes pensar con cabeza fria . me gusta el enfoque.